Tan pronto como los arquitectos cristianos comenzaron a edificar iglesias, pensaron en coronarlas con almenas, de donde nacían las torres o campanarios, los que remataban en una cruz, una veleta o un gallo.
La cruz proclama, desde la altura, las eminentes virtudes de ese signo sagrado, convertido en blasón de los cristiano; la veleta recuerda los vaivenes de la fama y de la fortuna y lo efímero e inestable de la vida.
El gallo, centinela siempre alerta.
El campanario de nuestra parroquia, por estar ubicado en su parte posterior, es el único en América y el segundo en el mundo.
Las campanas del templo son las que nos ponen en marcha, para constituirnos en Iglesia.
Desde tiempos inmemoriales hasta 1913, convocaban a los fieles dos campanas muy viejas, propiedad del antiguo Convento Franciscano. Una mediana, consagrada a Ntra. Sra. de los Desamparados, fundida en 1760 y otra más pequeña, que dejó de tocar sólo cuando se rompió.
Ambas estaban en la torre; son las que sonarían, después de tantos años, el 24 de Agosto de 1986, antes que fuese cerrado el Templo para su Consagración, consumada el día 30, en que se volvieron a oír.
En 1913 se coloca la nueva campana mayor, donadas por el Padre Pablo Carlevarino el 01/11/1911 y consagrada por mandato del Obispo de La Plata, Monseñor Tervero, por el Párroco de ese entonces.